interminables cerros
coronan
esta parte del mundo
en zigzag y miradores
construidos
con la paciencia del hambre
que tanguea callejones
Parte Alta
cada una de tus casas
alumbra Coquimbo mientras
apenas te sostienes
casi cayendo al infinito
Sed de ti que me acosa en las noches hambrientas.
Trémula mano roja que hasta tu vida se alza.
Ebria sed, loca sed, sed de selva en sequía.
Sed de metal ardiendo, sed de raíces ávidas.
Hacia dónde, en las tardes que no vayan tus ojos
En viaje hacia mis ojos, esperándote entonces.
Pablo Neruda
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