Dos alas pongo a mi cuerpo
me anudo a tus venas
Me transporto de pies a cabeza,
hasta hundir mis raíces
en tu memoria.
Sed de ti que me acosa en las noches hambrientas.
Trémula mano roja que hasta tu vida se alza.
Ebria sed, loca sed, sed de selva en sequía.
Sed de metal ardiendo, sed de raíces ávidas.
Hacia dónde, en las tardes que no vayan tus ojos
En viaje hacia mis ojos, esperándote entonces.
Pablo Neruda
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