Asi me sueñas en tu sueño patriarcal.
La sala en que me alzas la falda.
Donde tensas tu instrumento.
Y me descubres.
Para ejecutar tu partitura.
La fria precision de tu mano.
Sin amor.
Sin piedad.
Sobrevivo al limbico concierto.
Exonerada de afecto.
Inmensamente sola.
Sed de ti que me acosa en las noches hambrientas.
Trémula mano roja que hasta tu vida se alza.
Ebria sed, loca sed, sed de selva en sequía.
Sed de metal ardiendo, sed de raíces ávidas.
Hacia dónde, en las tardes que no vayan tus ojos
En viaje hacia mis ojos, esperándote entonces.
Pablo Neruda
domingo, 17 de febrero de 2008
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